El embrague es una pieza fundamental para el funcionamiento del coche y un elemento sometido a bastante desgaste, por lo que si no lo cuidas bien terminará estropeándose y será todo un problema. Y es que se trata de una avería cuya reparación rara vez baja de los 600 euros. Para evitarlo, a continuación, te traemos una serie de consejos para alargar su vida útil y no tengas de qué preocuparte.
El embrague de los coches sirve para desacoplar la caja de cambios del motor y poder así empezar a movernos desde parado y cambiar de marcha una vez estamos en movimiento. Tiene que transmitir toda la potencia del motor a la caja de cambios y, además, absorber las diferencias de velocidad a la que giran la transmisión y el motor. Tiene que soportar mucha fricción y temperatura y por eso se desgasta Debido a que su desgaste (salvo defecto de fabricación) depende principalmente de nuestra forma de conducir, por eso el embrague no está nunca incluido en las garantías de los coches y es una avería que suele ser cara.
El mecanismo del embrague está compuesto de 3 elementos principales:
- Disco de embrague: es un disco metálico recubierto por un material de fricción (comúnmente llamado ferodo, por la marca de uno de sus fabricantes) por sus dos caras y está acoplado a la caja de cambios por un eje estriado en el centro.
- Maza o plato de presión: es un aro de hierro con un muelle que es el que ciñe y aplasta el disco entre él y el volante motor. Va atornillado al motor.
- Mecanismo de accionamiento: puede ser mecánico o hidráulico y es el que comprime o libera el muelle de la maza para que ésta libere o agarre el disco de embrague.
Cuando pisamos el pedal del embrague lo que hacemos es vencer la fuerza de un muelle que es el que aplasta ese disco contra el volante motor y otro disco que es solidario al muelle que aprieta el disco y que se llama maza de embrague o plato de presión. El volante motor y el plato de presión giran solidarios y a las mismas revoluciones que el motor, mientras que el disco de embrague gira solidario a la transmisión y, por lo tanto, a las ruedas.
Debo corregir un error muy común y es que solemos decir «embragado» cuando pisamos el pedal y esto es justo lo contrario. Cuando pisamos el embrague estamos «desembragando» (liberamos el disco y éste deja de girar solidario con el motor y la maza) y cuando soltamos el pedal estamos «embragando» y el disco gira solidario al quedar aplastado entre la maza y el volante motor.
El disco de embrague es una de las piezas del coche que más esfuerzo tiene que soportar y, pese a ello, lo normal es que dure muchos kilómetros. Aunque a veces falla por defectos de fabricación o por otras averías que pueden afectar a su vida (una fuga de aceite en el retén del cigüeñal, por ejemplo), la mayoría de las averías y fallos del embrague las provocamos nosotros por conducir mal o tener malas costumbres. Vamos a ver cuáles son las malas costumbres que destruyen los embragues y cómo evitarlas.
Para que te hagas una idea de lo recomendable que es seguir estos consejos, aunque un kit de embrague (se suelen cambiar en conjunto tres piezas: disco, maza y cojinete de embrague) puede ser barato (los hay desde apenas 90 euros), su sustitución, en la mayoría de los casos, suele requerir que se desmonte la caja de cambios o incluso que sea necesario sacar el motor del coche, lo cual encarece muchísimo la reparación, al ser necesarias muchas horas de trabajo. Si tratas mal el embrague de tu coche, la broma te saldrá por unos 600 euros en el mejor de los casos, pudiendo superar fácilmente el doble de esa cifra si fuese necesario sustituir también el volante motor.
Por qué el embrague no lo cubre la garantía
Una buena prueba de que somos nosotros mismos los que provocamos las averías en los embragues es que esta pieza no está cubierta por ninguna garantía. Sólo cuando se trata de un fallo absolutamente anómalo y claramente producido por un defecto de fábrica estará cubierto.
El motivo es que es muy fácil destrozar un embrague en apenas 5 minutos en un coche completamente nuevo. Basta con tratar de salir de la rampa de un garaje acelerando mucho el motor y soltando muy poco el embrague para que en apenas 30 segundos empiece a oler a quemado y pocos segundos después el coche quede inutilizado con el embrague abrasado… y no exagero, no lleva más de un minuto o dos fundir un disco de embrague y provocar una avería de las buenas.
Debido a que el fabricante nunca se hace responsable de un mal uso, los embragues siempre quedan excluidos de las garantías, tanto en coches nuevos como usados. Sólo si el fallo es evidente que se debe a un defecto de fabricación se harán responsables.
Malos hábitos que estropean el embrague
Conducir con el pie descansando sobre el pedal del embrague es una de las formas más comunes de estropearlo prematuramente.
Como nosotros somos los que destrozamos esta pieza, la buena noticia es que nosotros también podemos alargar su vida y es relativamente fácil el conseguirlo. Vamos a ver cuáles son las malas costumbres más habituales que solemos tener.
Conducir con el pie descansando sobre el pedal
Esta mala costumbre nos puede provocar muchos disgustos, y no lo digo sólo porque estropeemos el embrague, sino porque también puede ocasionar un accidente. ¿Te has fijado en que cuando te dan un susto tiendes a saltar o dar un respingo?. Pues cuando conduces, lo mismo. Los músculos tienden a tensarse involuntariamente y, si llevas el pie sobre el embrague, es muy probable que pises el pedal sin ser consciente de ello, dejando el coche desembragado y sin control. Esto por un lado, pero vamos a centrarnos en por qué es una mala costumbre desde el punto de vista mecánico:
- Lo primero que vamos a estropear directamente es el propio forro del pedal, que se desgasta más. Para mí es un buen indicativo a la hora de comprar un coche usado. Si el pedal está muy desgastado y más por el lado exterior del pedal, me indica que el conductor solía conducir con el pie sobre él y que seguramente tenga problemas con el embrague.
- Lo siguente que vamos a desgastar es el mecanismo que acciona el embrague, que puede ser un cable o un sistema hidráulico. En el caso de ser un cable, lo que suele suceder es que se encoge la funda y se destensa el cable. En los hidráulicos, al trabajar constantemente con presión, se desgastan los retenes del cilindro maestro y del esclavo.
- Por último, desgastaremos el cojinete de empuje del embrague e incluso el disco. Aunque el peso del pie no suele ser suficiente como para vencer la fuerza del muelle y que el disco patine, lo que sucede es que estamos aproximando las piezas que deben transmitir esa fuerza y, en lugar de tenerlas separadas y sin desgaste, que estén rozando constantemente y desgastándose.
Lo malo de esta mala costumbre es que se hace de forma involuntaria. Recuerdo volverme loco cuando trabajaba en el taller con un cliente que se quejaba de que el control de crucero no le funcionaba. A mí siempre me funcionaba y no encontré ningún fallo en el sistema, hasta que salí a probarlo y le dije que lo llevase él y me di cuenta de que el problema era que llevaba constantemente el pedal sobre el embrague y el sensor del pedal desactivaba el cruise. Aunque le decía que llevaba el pie sobre el pedal, el cliente me lo negaba. No es porque me mintiese, es que lo hacía inconscientemente.
Estar parados con una marcha metida
Este mal hábito nos hace gastar mucho dinero, sobre todo en los coches con stop & start, ya que al estar detenidos con el embrague pisado no funcionará correctamente, pero centrémonos en qué se estropea por hacer esto.
Muchos opinan que pisar el embrague y estar con una marcha metida no desgasta el mecanismo porque el disco no roza con nada al estar completamente libre. Esto es cierto (siempre que el disco no esté algo alabeado y no roce absolutamente nada), pero lo que hacemos con esto es que los muelles de diafragma del plato de presión vayan perdiendo tensión, estiramos el cable del mando del embrague (o los retenes si es de mando hidráulico) y desgastamos el cojinete de empuje.
No hay excusa, no lo hagas. Cuando vayas a estar parado más de un par de segundos pon punto muerto y suelta el pedal del embrague.
Mantener el coche con el embrague en una cuesta
Ésta es típica del impaciente que tiene 4 coches delante, ve ponerse el semáforo en verde y ya mete la marcha y se prepara para salir manteniendo el coche sobre el embrague mientras los coches de delante aún acaban de empezar a moverse y todavía pasarán unos segundos «para llegarle el turno». Esto somete a un estrés brutal al embrague porque las ruedas siguen detenidas pero estamos aguantando que no se caiga hacia atrás el peso del coche a base de hacer patinar el disco de embrague contra la maza y el volante motor.
Además del desgaste por la propia fricción, el disco se calienta y está hecho de un material que, al calentarse, se ablanda y se desgasta todavía más rápido. Por si fuese poco, al ablandarse también pierde adherencia, de modo que para mantener el coche en la cuesta tenemos que pisar más todavía el acelerador o soltar un poco más el pedal, aumentando todavía más el calor y destruyéndolo por completo en pocos segundos.
Acelerar demasiado mientras soltamos el pedal del embrague
Éste es un fallo típico de los conductores inexpertos y también de la gente mayor. Los inexpertos todavía no tienen muy cogido el punto al pedal y al acelerador y, además se ponen nerviosos. Los mayores calibran peor y han perdido fuerza en sus piernas y también oyen peor y no se dan cuenta de que el motor está muy revolucionado.
Recuerda que el disco gira solidario a la transmisión y, si las ruedas giran despacio o casi no giran pero el motor gira muy rápido, esa diferencia de velocidades de giro la está absorbiendo el disco de embrague. Es el mismo problema que indicábamos en el apartado anterior, es decir, estamos calentando mucho el disco y desgastándolo una barbaridad.
No pisar a fondo el pedal del embrague
Si no pisamos hasta el fondo el pedal no llegamos a separar por completo el disco de la maza y el volante motor. Esto provoca un mayor desgaste en el disco y, además, también estropearemos la caja de cambios, al forzar los sincronizadores que facilitan la inserción de las distintas marchas.
No dejar de acelerar al cambiar de marchas
Hay conductores que no sueltan por completo el acelerador al pisar el embrague para cambiar de marcha o que vuelven a pisarlo antes de tiempo mientras van soltando el pedal lentamente. Siempre que el disco resbale demasiado estaremos calentándolo y desgastándolo.
Arrancar en segunda
Hay veces en las que lo mejor es arrancar en segunda, por ejemplo, cuando hay nieve o hielo, sobre hierva mojada, etc. Si queremos iniciar la marcha sobre una superficie con poca adherencia, lo mejor es arrancar en segunda o incluso en tercera y con mucha suavidad para evitar que las ruedas patinen.
También es una buena costumbre cuando salimos de un semáforo en una pendiente favorable. Soltamos el freno, dejamos que el coche coja algo de velocidad en punto muerto y en cuanto rueda un poco suelto metemos segunda y soltamos el embrague. Así ahorramos combustible y también desgastamos menos el embrague.
Sin embargo, salir desde parado en segunda exige que «juguemos» con el embrague mucho tiempo para que el coche no se cale. Esto desgasta mucho el disco y también lo calienta.
Hacer el macarra con el coche (salir quemando rueda, picar embrague…) es una forma estupenda de hacer rico a tu mecánico y a la tienda de recambios, así que sigue así, que hace falta que el dinero fluya. Además, con las multas que te pueden poner también contribuyes a pagar la sanidad, las pensiones, etc.