Uno de los aspectos que más cuestan a la hora de sacarse el carnet de conducir es aprender a aparcar. Algo fundamental que debemos saber si conducimos, pero que puede ser suponer un verdadero desafío. Tanto si eres un conductor novato como si eres de los que teme que llegue el momento de aparcar el coche, hoy te damos una serie de consejos para que te conviertas en todo un experto.
A veces, los espacios dedicados al estacionamiento son pequeños y el lote está muy concurrido, lo que hace que sea aún más difícil. Primero, hay que señalar la existencia de tres tipos diferentes de aparcamientos: oblicuo, en batería y en paralelo. De todas formas, si vas a practicar, procura buscar un lugar que no esté rodeado de muchos coches, ni aparcados ni circulando. Así podrás tomarte el tiempo que necesites y perfilar cada una de las técnicas. Además, si por algún casual la pifias, tienes mucho más margen de error.
Aparcamiento oblicuo
Si lo que quieres es un aparcamiento en diagonal perfecto, a la distancia suficiente de ambos de coches para no golpearlos (ni ser golpeados) al abrir las puertas, asegúrate primero de que haya, por lo menos, metro y medio o dos de separación entre tu coche y cualquier otro estacionado. Si no hay ningún otro vehículo aparcado en las plazas más cercanas a ti, intenta calcular esa misma distancia de 1,5 o 2 metros desde el punto que tu frontal se alinea con su esquina. Esto es para asegurar que no le darás al girar las ruedas.
Pon el intermitente siempre que hayas encontrado una plaza de aparcamiento, que no cuesta nada estirar el dedo corazón. Esto permite que otros conductores sepan que se vas a estacionar en lugar de tener que imaginárselo. Lo siguiente es avanzar hacia delante lentamente hasta que veas el centro del hueco, mientras sigues atento al resto de conductores. No cojas una plaza que alguien haya estado esperando y cerciórate de que el de al lado no esté dando marcha atrás a la vez que intentas meter tú el coche.
Gira el volante hacia el tope, pero nunca completamente detenido, siempre con las ruedas en movimiento, por despacio que sea. Una vez que veas el centro del tu sitio, vuelve a comprobar que todavía mantienes ese margen de seguridad de unos dos metros. Ese el momento en el que tendrás que ir girando el volante hacia el otro lado, aproximadamente media vuelta. Avanza sin prisas, endereza las ruedas poco a poco y detente. No te olvides mirar si se puede aparcar en ese sitio, ni de poner el freno de mano.
Aparcamiento en batería
Asegúrate de que el coche esté a unos 2,5 metros de distancia de cualquier otro vehículo que esté aparcado en cualquiera de los lados. Y como hemos dicho en el caso anterior, no olvides el intermitente para señaliza que vas a estacionar. Echa un vistazo rápido alrededor para ver a los demás vehículos, peatones u otros obstáculos, y avanza lentamente. Conduce hacia adelante hasta que el parachoques delantero de tu coche se “cruce” con las luces traseras del coche junto a tu plaza. Gira el volante algo más bruscamente que si estuvieras aparcando en oblicuo.
Comienza a hacerlo cuando tu parachoques delantero rebase las luces traseras del contiguo. Entra en el hueco hasta que el frente esté al final del espacio y la parte trasera completamente dentro. Una buena forma de hacerlo es alinear los espejos laterales con los del coche que está a tu lado. Verifica que ninguno de los extremos sobresalga de los límites delimitados. Por último, endereza las ruedas antes poner el freno de mano. Deberán estar rectas al salir, y es algo que, si bien puedes hacer antes de comenzar a retroceder, es una buena práctica hacerlo justo después de aparcar.
Aparcamiento en paralelo
El aparcamiento en paralelo o marcha atrás, como a veces se lo denomina, es una maniobra en la que hay que retroceder y detenerse entre dos coches estacionados al costado de la carretera. Algunos luchan contra él, pero todo lo que se necesita es establecer son dos o tres puntos de referencia y listo. Sí, es el que más maniobras puede llegar a requerir (que no siempre), pero también el más placentero una vez se consigue dejar el coche perfecto, cuidando las distancias con los coches y el bordillo.
Busca un espacio en el que te sientas cómodo al entrar sin golpear al coche que esté delante o detrás. Algunos estacionamientos suelen estar marcados claramente con líneas blancas, por lo que puede ser más fácil aparcar en ellos. Si es necesario, da vueltas por los alrededores de la zona hasta que encuentres un hueco con un espacio lo suficientemente grande. Necesitarás una plaza varios centímetros más largo que tu coche para poder maniobrar, y cuanto más grande es, más fáciles es aparcar.
Alinea el coche con el que está en frente tuya manteniendo al menos una distancia de medio metro entre los costados de ambos. No te acerques ni te alejes demasiado, dado que, si estás muy cerca, podrías raspar el otro vehículo mientras retrocedes, y si estás muy lejos, no lograrás ejecutar bien la maniobra. Pon el intermitente y engrana la marcha atrás. Antes de iniciar la maniobra, revisa los espejos retrovisores para asegurarte de que la calle está libre de tráfico tras de ti. Retrocede hasta que tu parachoques trasero esté al nivel del coche contiguo.
Frena y gira el volante completamente. Ve hacia atrás controlando visualmente alrededor con frecuencia. Para evitar roces innecesarios con los otros dos coches, mantén la distancia de en torno a un metro entre el costado de ambos. Usa los espejos para calcular la distancia entre tu parachoques y el vehículo que hay detrás. Si golpeas la acera, has ido demasiado lejos. En ese caso, mete primera y avanza unos pocos centímetros mientras giras el volante al lado contrario. Vuelve a introducir marcha atrás y ajusta la dirección y la presión de los frenos en consecuencia.
Consejos para aprender a aparcar
Práctica: muchos sabemos hacerlo, pero otros tantos empiezan a evitarlo desde el momento en que reciben el carné de conducir. No tengas reparo en pedirle a un conductor experimentado que te acompañe mientras practicas diferentes clases de aparcamiento en una tramo tranquilo o en un parking vacío. Incluso podrías usar conos para ponerte a prueba realmente sin riesgo de chocar con otro vehículo o elemento de la calzada. Cuanta más práctica cojas haciendo las maniobras, más seguro te sentirás en la vida real, bajo presión.
Ten ajustados los espejos retrovisores: aunque algunos piensen que están ahí para que los demás vean el reflejo de lo guapos que somos, realmente es útil ajustar los espejos retrovisores. Lo suyo es que, con la postura de conducción adecuada, veas tan solo el borde del paso de rueda trasero girando levemente la cabeza. Con una sutil inclinación hacia abajo, podrás ver las marcas de la carretera o las líneas del espacio de aparcamiento. Este último ajuste hazlo solo si es seguro y recuerda que no tienes que ver el suelo, sino los coches que vienen por detrás.
Evita movimientos bruscos en la dirección y pisotones en los pedales: si bien puede parecer algo lógico, cuando uno está a la mitad de una maniobra y se da cuenta de que se ha desviado un poco o meramente no le cuadra, puede motivarse de repente con la dirección y los pedales. Eso puede acabar muy mal, desde unas llantas rasgadas o unos parachoques rozados, a una persona que puede resultar atropellada. Usa tus habilidades en las manos y en el control del embrague (si tienes un coche manual) para conducir con suavidad.
Hay muchas situaciones diferentes en los aparcamientos que todo conductor debe conocer. Y algunas pautas simples sobre cuándo girar y qué recordar al estacionar es todo lo que se necesita para perfeccionar esas habilidades. No es algo a lo que haya que tener pavor. Si se hace todo con cabeza y paciencia, realmente se puede aparcar en casi cualquier sitio, siempre que el coche quepa físicamente en el hueco, claro.